21.

Hace mucho tiempo que no dedico unos minutos a escribir. Tal vez porque no se me ocurre nada, o tal vez porque no me he parado a pensar en nada que no sea en ti. Pero, ¿acaso no es esa una buena razón para hacerlo?
Pues bien, empezaré diciéndote que te necesito; ahora más que nunca. Que necesito tus caricias, tus abrazos y tus besos; esos que me das antes de irme a dormir. Necesito verte cada día, tenerte entre mis brazos y poder oler tu colonia. Necesito respirar tu aliento, vivir en ti. Necesito eso y mucho más, y solo puedo conseguirlo estando contigo.
También me gustaría que sepas que no te pido mucho a cambio de quererte. No te pido que te desvivas por mí, ni que me digas que me quieres cada segundo por si se me olvida. Ya te he dicho varias veces que yo, me conformo con poco. Lo que sí te pido es que me quieras; fácil, ¿verdad? Pues solamente te pido eso, porque sé que queriéndome te vas a desvivir por mí, y me vas a recordar que me quieres el resto de mi vida.
Por último, pero no menos importante, querría decirte una cosa; te lo digo muchas veces, así que probablemente ya sabrás de lo que te hablo. ¿Lo adivinas? Sí, ¿verdad? Era fácil... Te quiero; te quiero muchísimo. Y no me cansaría nunca de decírtelo porque es así; y es verdad.

Y nada parece estar en su sitio.

Y pasan horas, minutos, segundos... y nada parece estar en su sitio. Decides darle tiempo al tiempo, a ver si con suerte los sentimientos pasan y quedan enterrados en algún hueco de la memoria, pero no. Persisten en tu corazón, chillando, aullando, gritándote lo que tú no quieres escuchar. Tomas la decisión de rendirte, de no intentarlo más, dando por imposible la conquista de su alma; pero justo entonces, cuando crees que lo has conseguido, cuando empiezas a andar por tu cuenta, aparece de nuevo, borrando tu decisión y levantando un enorme muro de locura. Se despierta ese instinto suicida que te empuja a seguir adelante con tus ilusiones, a procurar recuperar algo que realmente nunca tuviste entre tus manos... Esa parte de tu interior que no le tiene miedo al dolor, esa que calla con esperanzas a esa vocecita sabia que te advierte del sufrimiento que vas a tener que soportar después. Esa misma vocecita chinchona que te dirá cuando él te haya destrozado de nuevo: "te lo dije", derrumbándote otra vez.

-No te empeñes en entenderlo. No tiene explicación.

Simplemente es otra ley de vida entre muchas. Por mucho que lo niegues lo sabes, todos ellos lo saben. Si, quien no lo merece siempre se lleva la peor parte, pero no se queja, saca una sonrisa a los demás por muy mal que este y sigue adelante. Porque por muy mal que te vaya, siempre hay algo por lo que merece la pena sonreir. Después de todo, es lo que hay, y hay que acomodarse a lo que se tiene. Pero que típico. Quien de verdad lo merece, tiene la mejor vida y encima se queja por cualquier estupidez. Hacen de cualquier pequeño bache, precipicios, cuando esos que sonríen al mundo día a día a pesar del esfuerzo que supone, consideran a ese precipicio una piedrecita mas del camino sin importancia. Porque si. Porque su vida es mucho mas complicada y han madurado a base de palos. Pero no. Por muy positivo que sean, todos sabemos que así seguirá siendo. Que la vida es injusta y no va a cambiar por mucho que tu quieras. Que ellos podrán quejarse todo lo que quieran, mientras tu poco a poco te haces mas fuerte.
Pero que tampoco me gustaria que fuera de otra manera, al fin y al cabo, tus errores y todas las piedras del camino, son lo que te hacen ser quien eres ahora, y estar donde quiera que estes en este momento, y eso no lo cambiaria.